Se metió debajo de las sábanas
para averiguar de qué estaban hechos los sueños.
Cerró los ojos y se dejó ir
navegando en un mar de sábanas.
Nadó de aquí para allá, se
construyó un bote de almohadas para abarcar más espacio, miraba hacia babor y
no encontraban más que sábanas, volteaba a estribor y de nuevo sábanas, giraba
la cabeza hacia popa y otra vez sábanas, se cansó de remar y se sentó en la
proa resignada a no ver más que sábanas.
Estaba a punto de desertar, de
tirar la toalla y regresar a su cama, cuando de pronto, sin percatarse
demasiado, surgió una neblina que empezó a cubrir la pequeña embarcación.
Ella no le prestaba mucha
atención, seguía concentrada en el tumulto de sábanas, cuando de entre ellas,
empezaron a asomarse peces de colores, burbujas, luces, arcoíris, pájaros,
nubes… entonces se dio cuenta que su embarcación ahora era de dulces, gomitas y
caramelos, todos unidos para formar un pequeño barco.
El mar ya no era de sábanas, era
de agua, tan cristalina que apenas se percibía, y a través, podía ver a los
peces, peces comiendo plantas, plantas hechas de dulce, un mundo submarino
coloreado.
Y las aves, aves cazando peces,
peces que comen dulces.
Estaba extasiada, llena de
felicidad.
Tocaba el agua, los peces se
acercaban, le tocaban los dedos, le sonreían, ella les devolvía la sonrisa y se
reía de manera hilarante.
Se levantó sobre el pequeño barco
para averiguar si podía ver algo más alrededor, pero perdió el equilibrio y cayó
al agua.
Trató de respirar pero no pudo,
no lo necesitaba.
Nadó hacia el fondo, saludó a
todo tipo de peces, comió todo tipo de plantas y se dejó ir con la corriente.
Bailó con una mantarraya, cantó
con una ballena, comió con un cangrejo y saltó la cuerda con una estrella de
mar.
Se divertía mucho, pero sintió la
necesidad de volver a la superficie. Subió y subió, se despidió de todos,
prometió volver.
Cada vez se acercaba más, podía
ver el sol en lo alto ya las aves volando, acariciaba a las aves, tocaba las
nubes, bebía los colores del arcoíris.
Comenzó a cansarse, se posó en
una nube, cerró los ojos, comenzó a caer, tuvo miedo, pero lo perdió y disfrutó
la caída, pensó que regresaría al agua, pero al aterrizar sintió algo suave,
acolchado, cómodo, las sábanas habían vuelto.
Se enojó, se resignó, cerró los
ojos.
-¿Entonces pequeña? ¿De qué están
hechos los sueños?
-De sábanas
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